Sentimientos dobletortilliles

Descubro hace poco las tortillas de dos pisos y casi me da un patatús. Resulta que la veo en una foto de huesitos y me comenta que esto es muy habitual en los bares de madrid, y yo sin enterarme. El dobletortillismo que vi en su foto era de patata y atún y me ha parecido tremendamente inspirador, además de tener una pinta colosal.

La vida a veces son esos dos o tres huevos con los que hacemos la tortilla cada semana. A veces estamos más frescos, otras veces parece que nos vamos a caducar. A veces cuajamos una gran tortilla con poco que hagamos y otras veces nos pegamos en la puta sartén por no haber comprobado si era la antiadherente y la liamos y hacemos una especie de halcón milenario bastante infame que da para unas risas pero sabe a rayos fritos y nos quedamos sin comer lo que queríamos.

Esa doble tortilla me induce a pensar que existen combinaciones tremendas y otras no tanto. Deberíamos elegir qué pega con nuestra tortilla, qué queremos en nuestro segundo piso. ¿Pega con nuestra patata? ¿Nos apetece realmente mezclar esos sabores? ¿Este atún está bueno? ¿Merece la pena que esté en mi tortilla? Elegimos y elegimos ingredientes en la tortilla de nuestra vida muchas veces por pura inercia, muchas veces porque otros se la van a comer y a ti te quedarán las sobras -cosa que tú permites-, muchas veces porque alguien te enseñó a hacer siempre la misma tortilla y no cambias, y otras veces simplemente por el jodido miedo. Te da miedo cambiar de puta tortilla pero sabes que deberías hacerlo.

Te crees que con echar un poco de sal hoy y un poco menos mañana no es la misma tortilla y no es así. Te duele el estómago desde hace tiempo y no identificas qué es lo que pasa y esperas que remita cuando sigues comprando los mismos ingredientes, echando las mismas proporciones y usando los mismos tiempos y temperaturas y aún esperas que de verdad la cosa un día mejore. Esa tortilla es la de siempre, porque tú no cambias nada y no puedes esperar que de repente todo cambie por arte de magia.

Pero te sobra cocina para cambiar de tortilla, te sobra supermercado para observar opciones e ingredientes, tienes mil opciones químicas para hacer recetas variadas y experimentar cada día con una tortilla que a lo mejor no responde de primeras a las expectativas, pero sin duda, tendrá parte de ti, de ese impulso por mejorar, por crecer por no anclarte en tu monotortilleo de siempre. Te sobran huevos para hacerlo, te parece increíble poder experimentar ese sabor, ganas experiencia, sabiduría, vas sabiendo lo que quieres. Los barcos no se mueven si no se quita el ancla.

Quita el ancla de tu tortilla. Quizá ese nuevo sentimiento dobletortillil que te invada sea lo mejor que podría pasarte.

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