Los experimentos, con gaseosa. ¿Pero cuál es la gaseosa de mi barba?
Un día te la dejas porque te da el venazo, porque de repente sacas cojones y lo haces.
Pica y te la quitas, pero te gusta y te la vuelves a dejar. Te la quitas. Calor.
Te pica la curiosidad. Ahí vuelve.
Y comienza a crecer y tienes que cuidarla como un bonsái. Y no sabes cuidar putos bonsáis.
Y te vas a por tijeras de bonsái. Llegas a la tienda y te fijas en que bonsái lleva tilde.
Y compras unas malas de los chinos que son una basura.
Las pruebas y no sirven. Tampoco las de la cocina.
Y te compras unas profesionales. De bonsáis. De peluquería.
Y tienes que cortar lo que crece más rápido y mal para que tu barba quede equilibrada.
Y tienes que pasar de esas jodidas canas que aparecen de forma infame sin avisar.
Y tienes que intentar ver qué se adecua mejor a la forma de tu cara.
Y te miras al espejo de verdad por primera vez en años.
Tu vida es tu puta barba. Y nunca has cuidado de tus tildes.
Y no te das cuenta de que también necesita que cortes los desequilibrios.
Lo mismo llega un día en el que te das cuenta de que necesitas unas tijeras buenas de bonsáis.