Lo poco que me llegaba seguía siendo tan increíble como siempre.
La estación era fría, oscura, húmeda y solitaria, pero mi corazón no dejaba que la espera fuera decadente.
Quería estar allí, quería afrontarlo con equilibrio de cuerpo y mente.
El tren podría llegar en cualquier momento. Seguía siendo ese iluso esperándola. Ese iluso diferente.