Agua y gasolina,
qué rica una,
Asquerosa la otra,
necesarias para la vida
Y en el suelo al verlas juntas,
en días de gris lluvia,
su agria danza,
es una maravilla,
Su mezcla de espirales,
sin puntas,
si te fijas, alcanza
la forma de las galaxias
las dos quejándose por vivir
mezclándose
como sujetas sólo
con una orquilla
Y allí las veo.
Van a morir.
Justo allí.
En una infame alcantarilla
Allí quedarán en mi recuerdo
Somos yo y aquella chica.
Eso sí.
Nunca nadie habrá visto
los colores como ellas, y sólo por eso
habrá valido la pena.
En ese romance de vueltas, vueltas, y vueltas
en desayuno, comida, merienda, y cena
ellas vieron los colores falleciendo
y amándose de felicidad y de condena
Pero murieron sin duelo,
y sin dolores
ayunando casi juntas,
y acabaron en el mar, esperando llorar
en el agua,
en una historia más
de este planeta de ensueño
en una mezcla más de mi vida
que se resetea de nuevo.