Durante miles de comidas absurdas he estado quitando la rodaja de limón de mi coca-cola. No es que me moleste, es que simplemente me perturba y no le veo utilidad ninguna. Ya es suficiente con no saber qué lleva ese líquido negro como para encima aumentar el pH. Todos se lo ponen y yo siempre tengo que ir quitándolo y creando charcos ácidos en las servilletas.
Siempre lo he quitado. Siempre. Hasta que llegó ella el otro día y me lo quitó. Ella me quitó el limón de mi coca-cola. Me quedé a nivel interior, en la cueva de mi pingüino, totalmente en shock.