Rainbow Road

La vida es como Rainbow Road, la última fase de la copa estrella de todos los Mario Kart.

Arrancas y te deleitas con todos los colores del arco iris, con todas las posibilidades de la vida. Pero no sabes conducir. Empiezan las curvas y vas viendo que cada vez son más difíciles de sortear. Son tus problemas esperándote. Caes, vuelves al circuito, caes, vuelves al circuito. No hay barreras, ni piedad. Es tu paciencia y tu templanza lo que te mantiene en carrera. Consigues nuevos items para ti, a veces sirven para algo, otras veces no. Sigue siendo divertido pero ya no eres inocente. Caes. A todos les pasa lo que a ti y lo ves, pero nunca es consuelo, y si lo es, eres un gilipollas. Pero no lo eres. Sabes que esa última fase de la copa estrella es cabrona, y siempre lo fue, pero sigues adelante. La vida es como Rainbow Road, porque puedes coger mucha velocidad pero tienes que ser muy preciso para girar porque sino te espera el abismo. Y sabes que en un videojuego, una puta tortuga en una nube siempre te devuelve al circuito con su caña de pescar. Y sabes que en la vida real, esa caña no existe y alguien se hizo una sopa indigesta con esa puta tortuga. Y cuando te das cuenta de eso, eres tú el que tienes que subir al circuito por tu propia cuenta y no es fácil. Y cuando vuelves a la carrera, vuelves sabiendo que eres tú quien ha de salvarse a sí mismo. Sólo tú. Corres y adelantas posiciones para conseguir un objetivo, ganar, pero no te paras a pensar qué es ganar. No te paras a pensar. No te paras. Pues párate a pensar.